domingo, 17 de julio de 2011

Una sonrisa a través de una ventana

La cascada Formiga es uno de los lugares más impactantes de Jalapão por sus aguas templadas, color esmeralda.


Rodeada de una tupida vegetación, la poza natural que existe bajo la cascada tiene una profundidad de aproximadamente tres metros y la transparencia del agua nos invita a refrescarnos en ella.


La zona de acampada, al lado de la cascada, está en un espacio agreste donde los árboles proveen de una agradable frescura.


Mientras, el rumor del agua tiene un efecto relajante. Estoy tentado de pasar una noche allí para darme un baño, bien temprano, la mañana siguiente.


Tenemos aún bastante camino por recorrer y cada paso es más sorprendente que el anterior en esta preciosa región del interior de Brasil.
Siempre viva o Jarapa


La luz del día, en este lugar del mundo, se extiende hasta aproximadamente las seis de la tarde y la temperatura media en la época seca oscila entre 26º y 35º.


Eso supone que hay que levantarse temprano para poder conocer la mayor cantidad de lugares y evitar todo lo posible el calor de la parte central de la jornada.


En esa situación, encontrar una cascada luego de varias horas al sol es algo realmente delicioso. 


En una ocasión, de camino al Vai Quem Quer y luego de casi siete horas de sendero no pude evitar meterme   en la poza de una vertiente cristalina de agua con ropa y todo!!!


En esta zona el agua es excepcionalmente pura y no dudo en beber del río.


También los árboles frutales, que crecen de manera silvestre en aquellos lugares de la región donde la floresta es más densa, pueden proveernos de agua o alimento, como es el caso de los cocos.


Es importante tener un machete a mano para poder abrir uno de éstos. El agua que contiene tiene un sabor ligeramente dulce y se percibe el gusto típico del coco tal como lo conocemos.


Sin embargo esta variedad no tiene esa capa gruesa que usualmente se come sino una más fina y con una textura gelatinosa. 


Otras palmeras de la zona producen un fruto más pequeño que crece arracimado, que las personas procesan hasta conseguir un delicioso dulce.


Las gentes de Jalapão aprovechan todo lo que la tierra les provee. 


Pienso que no sólo es por esa tendencia natural que tiene el brasileño del interior, segun percibo, de encontrarle "utilidad a todo"; sino también del acervo milenario de los indígenas que se ha trasladado casi por goteo a la actualidad.


Así, uno de los medios de supervivencia de la zona, es la confección de multitud de elementos utilizando una hierba seca, endémica de Tocantins.


El Capim Dourado (Syngonanthus nitens) es el principal recurso natural utilizado por las comunidades de la región de Jalapão. 


Esta hierba (Capim) crece naturalmente, pero su recolección se encuentra regulada desde el 2007 en base a estudios científicos.


El capim dourado crece en espigas y se caracteriza por su extraordinario color que, aún seca la planta, mantiene un dorado que compite con el metal.


Las artesanías realizadas con él son una seña de identidad de las comunidades Mumbuca, poblados de descendientes de esclavos, que también utilizan los tallos de las hojas de palmeras de Buriti para confeccionar sus instrumentos musicales. 


Uno de ellos es una pequeña guitarra de cuatro cuerdas denominada "viola de Buriti" con la que Arnon y Mauricio componen música en el humilde poblado de casitas de adobe.

Estos instrumentos son llamativamente ligeros; la parte central de la "viola" es un segmento de tallo vaciado a mano que funciona como caja de resonancia.






Para el/la viajero/a que insiste en descubrir los secretos de Jalapão más allá de sus preciosos paisajes,  se abre un libro diferente que cuenta la historia de personas que viven y se enfrentan a un territorio a veces duro, lejano y en ocasiones desprovisto de aquello que denominamos confort.


Esta gente vive dignamente y con una sonrisa en la boca que es el preludio de la cordialidad que dispensan a los viajeros/as, dispuestos a compartir ese pedacito de paraíso que es Jalapão.



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